Del 1 al 7 de julio, chocolates y golosinas se convierten en gestos de afecto y solidaridad en todo el país.
Cada año, del 1 al 7 de julio, la Semana de la Dulzura se convierte en una de las tradiciones más esperadas en Argentina. Lo que comenzó en 1989 como una campaña de marketing impulsada por una conocida marca y la Asociación de Distribuidores de Golosinas, Galletitas y Afines (ADGyA), hoy es una celebración cultural que trasciende generaciones y cobra nuevos significados.
Durante estos siete días, familiares, amigos y parejas intercambian chocolates, caramelos y otras golosinas como símbolo de afecto. Aunque en sus inicios la consigna era “una golosina por un beso”, con el tiempo el festejo se volvió más amplio y versátil: hoy se regalan dulces para expresar cariño, fortalecer vínculos o simplemente compartir un buen momento.
Una fecha pensada para endulzar el invierno
La elección del calendario no fue casual. La primera semana de julio marca el inicio de los días más fríos en el país, momento en que los alimentos energéticos ganan protagonismo. Además, la cercanía con el Día del Amigo, que se celebra el 20 de julio, refuerza el espíritu de conexión y afecto que caracteriza a esta fecha.
Pero más allá de lo emocional, la Semana de la Dulzura también ha sumado un costado solidario. En los últimos años, distintas organizaciones han promovido colectas de golosinas para donar en hospitales, merenderos y comedores, llevando alegría y sabor a quienes más lo necesitan. Esta dimensión social convierte al festejo en una oportunidad para compartir, no solo con los cercanos, sino también con los que atraviesan momentos difíciles.
Así, lo que nació como una estrategia comercial se transformó en una tradición nacional que combina dulzura, cercanía y empatía.