Un fenómeno inusual ha capturado la atención del público estadounidense y ha intensificado, inadvertidamente, las tensiones políticas ya existentes: la aparición de enjambres de drones en el cielo.
Todo comenzó a mediados del mes de noviembre, cuando los habitantes de Nueva Jersey reportaron avistamientos de drones sobrevolando distintas áreas urbanas y rurales. Las redes sociales se inundaron de videos y relatos que, lejos de aclarar el origen de estos dispositivos, alimentaron el misterio.
Según informes recientes, las autoridades federales han recibido más de 5.000 denuncias en las últimas semanas sobre avistamientos de drones en el noreste de Estados Unidos, especialmente en Nueva Jersey y estados vecinos. Estos reportes reflejan la magnitud del fenómeno y su impacto en las comunidades locales.
Líderes de ambos partidos, como el senador demócrata Chuck Schumer, han expresado su inquietud por la falta de respuestas claras y han instado a la administración Biden a desplegar tecnologías avanzadas, como radares especiales, para identificar y gestionar estos avistamientos.
Los avistamientos ya se han extendido a Nueva York, Pensilvania y otros estados de la Costa Este, y también han comenzado a llegar reportes desde puntos tan distantes como Ohio y Georgia. La velocidad con la que los drones han aparecido en diferentes zonas del país ha generado un amplio espectro de teorías: algunos los calificaron como pruebas de tecnología militar extranjera, mientras que otros se inclinaron por explicaciones más “conspirativas”. Pero, entonces, ¿de qué se trata?
Respuestas oficiales no muy convincentes
El gobierno federal, a través de declaraciones del Departamento de Seguridad Nacional, intentó calmar los ánimos. Alejandro Mayorkas, secretario del DHS, afirmó el 17 de diciembre que los drones “no representaban una amenaza inminente” y que las agencias estaban “analizando su origen”. Sin embargo, no proporcionó detalles concluyentes, lo que dejó la puerta abierta a una ola de especulaciones.
En contraste, el presidente electo Donald Trump y sus aliados adoptaron una postura diametralmente opuesta. El 13 de diciembre, el dirigente republicano expresó en Truth Social: "Avistamientos misteriosos de drones por todo el país. ¿Puede esto realmente estar sucediendo sin el conocimiento de nuestro gobierno? Si el gobierno sabe, que lo sepa el público y ahora. De lo contrario, ¡derríbenlos!".
Tres días después, durante una conferencia de prensa en Mar-a-Lago, el magnate de 78 años afirmó: "Sabemos de dónde vienen estos drones, pero esta administración no hará nada al respecto. Necesitamos derribarlos ahora".
Mike Waltz, asesor de seguridad nacional de Trump, señaló que la proliferación de estos drones evidencia “lagunas” en las agencias de seguridad estadounidenses. Abogó por fortalecer las capacidades defensivas del país, incluyendo sistemas similares al "Iron Dome" de Israel, adaptados para contrarrestar amenazas de drones.
¿Y entonces?
¿Qué está ocurriendo realmente? Aunque no existen respuestas definitivas, especialistas y analistas han propuesto varias explicaciones. Ahí vamos.
Una de las primeras teorías en tomar fuerza apuntaba a un posible ejercicio militar encubierto. Esto cobraría sentido considerando que gran parte de los primeros avistamientos ocurrieron cerca de bases militares como Fort Dix (Nueva Jersey) o Norfolk Naval Station (Virginia), así como zonas con infraestructuras críticas, incluyendo centrales eléctricas y hubs de telecomunicaciones. Sin embargo, hasta el momento, el Pentágono ha negado cualquier implicación.
Otra teoría postula que los drones podrían ser parte de una operación de vigilancia por parte de una potencia extranjera. Expertos en seguridad han señalado al régimen comunista chino como un posible responsable, especialmente dada su creciente capacidad tecnológica en el campo de los drones. El periodista y escritor Emmanuel Rincón tuiteó el 16 de diciembre: “Si estos drones fueran chinos, el gobierno de Estados Unidos debería considerarlo un acto hostil, pero Biden parece ignorar las implicaciones”.
Una explicación más técnica sugiere que los avistamientos podrían deberse a errores en la percepción de aeronaves convencionales, agravados por las condiciones de luz o interferencias visuales. Según algunos expertos, el estrés colectivo y la difusión masiva de información en redes sociales podrían estar alimentando confusiones entre aviones o helicópteros y drones.
En el espectro más sensacionalista, algunos grupos han insinuado que podría tratarse de objetos voladores no identificados (OVNIs). Aunque esta teoría tiene menos respaldo entre los expertos, la reciente creación de la Oficina de Resolución de Anomalías del Pentágono (AARO) ha alimentado el interés público en la posibilidad de encuentros extraterrestres.