Los satélites permitieron detectar los procesos de degradación.
La deforestación en la selva amazónica de Brasil se redujo un 54 % en dos años, pero la degradación de los suelos, como consecuencia de incendios y sequías, avanzó 163 % en el mismo período, señala un estudio divulgado este miércoles por la estatal Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de Sao Paulo (FAPESP, siglas en portugués).
El estudio fue publicado en la revista "Global Change Biology" por científicos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, siglas en portugués), en colaboración con la Universidad de Sao Paulo.
La degradación del terreno ha "eclipsado" la caída significativa de la deforestación entre 2022 y 2024. Mientras que la deforestación elimina de manera completa la cubierta vegetal nativa, la degradación debilita el bosque sin destruirlo de forma total, por ejemplo, mediante tala selectiva, sequías o incendios.
Según el estudio, las alertas de degradación en la Amazonia aumentaron 44 % entre 2023 y 2024, así como 163 % en comparación con 2022.
Este incremento significa que solo el año pasado se degradaron 25.023 kilómetros cuadrados de selva, entre ellos, alrededor del 66 % debido a incendios forestales.
Por el contrario, la deforestación cayó un 27,5 % y un 54,2 %, respectivamente, lo que representó el menor incremento en 10 años, según los datos del INPE, al agregar que 5.816 kilómetros cuadrados fueron deforestados en el período de referencia hasta 2024.
Brasil posee el 60 % de la selva sudamericana y será sede de la 30ª Conferencia de las Partes (COP30) de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático a efectuarse en noviembre de este año en la ciudad amazónica de Belém, en el estado norteño de Pará.
"La degradación es un proceso más difícil de identificar que la deforestación, ya que ocurre mientras el bosque aún está en pie", explicó el investigador del INPE, Guilherme Mataveli.
Otro de los coautores del estudio, Luis Aragao, coordinador del Programa de Investigación sobre Cambio Climático Global de la FAPESP, expuso que el trabajo pretendió demostrar que los satélites ya permiten detectar procesos de degradación.
"Estos procesos han estado comprometiendo silenciosamente la integridad de nuestros bosques. Las tecnologías actuales no solo brindan la capacidad de monitorear eventos, reportar las emisiones de carbono asociadas y sus impactos en el medio ambiente, la población y el clima global, sino que también permiten la planificación estratégica para una gestión territorial sostenible", afirmó.