Luego de siglos guardadas en cámaras secretas de la Iglesia católica, las reliquias serán observadas por turistas. Se expondrán "durante un breve periodo" dentro del recorrido de los Museos Vaticanos.
Los Museos Vaticanos expondrán las vestimentas de San Pedro y de San Juan, dos reliquias de "valor inestimable" custodiadas en una cámara secreta de la Iglesia católica, en Roma, durante siglos con otros "tesoros" acumulados por los papas.
Se trata de la túnica que, según la tradición, vistió el fundador de la Iglesia, San Pedro, así como la "dalmática", una vestidura experior, que perteneció al Evangelista, informaron este lunes los Museos Vaticanos en un comunicado.
La presentación de estas reliquias tendrá lugar el próximo jueves, con la presencia de la directora del museo, Barbara Jatta, y otros expertos restauradores e historiadores y se expondrá también el resultado de las labores de conservación de las túnicas.
Las dos "preciosas" vestimentas de los santos permanecerán visibles "durante un breve periodo" dentro del recorrido del museo, en concreto en una sala a la salida de la Capilla Sixtina, según se lee en el comunicado del Vaticano.
Las dos piezas proceden del "Tesoro del Sancta Sanctorum", una cámara en un edificio junto a la basílica de San Juan de Letrán que también alberga la "Escalera Santa", los peldaños que según la tradición subió Jesús de Nazaret para su proceso y que fueron traídos a Roma por santa Elena, la madre del emperador Constantino.
La cámara se remonta al siglo XIII, a tiempos del papa Niccolò III, y en abril de 1903, tras muchos intentos infructuosos, pudo ser abierta por un herrero que logró romper las imponentes cerraduras que durante siglos sigilaban el "Sancta Sanctorum".
Tras la apertura, se hallaron en su interior numerosas reliquias y obras de arte de valor inestimable, como la Cruz con gemas del papa Sergio, el icono "aquiropoeta" (no hecho a mano) del Salvador, la Cruz esmaltada de Pascual I, una estauroteca o relicario, piedras traídas de Tierra Santa y otros objetos.
Después, todo el tesoro fue en gran parte trasladado a la Biblioteca Apostólica del Vaticano por orden de Juan Pablo II, bajo responsabilidad de los Museos Vaticanos.