Kicillof cree que el tiempo lo ayudará a acomodar las tensiones internas, aunque las experiencias indican que eso nunca llega. Cristina y Massa se juntaron y los intendentes hacen rancho aparte.

Sergio Massa se volvió a juntar con Cristina Fernández de Kirchner. Fue el martes a la noche, y la reunión duró poco más de dos horas, donde ambos repasaron momentos y no dejaron reproches por hacerle a Alberto Fernández, el último presidente peronista K del que ambos fueron sus principales soportes políticos.

También coincidieron en sus puntos de vista sobre la actualidad del gobierno al cual no le dan mucho futuro político si no hace un fuerte cambio de timón, fundamentalmente en materia económica.

Pocos días antes se habían juntado viejos aliados suyos que están buscando un nuevo camino, “una vuelta a la normalidad”, como dice habitualmente Julio Zamora, intendente de Tigre. Al grupo que compone con Fernando Gray, de Esteban Echeverría, y Juan Zabaleta, se sumó el jefe comunal de Escobar, Ariel Sujarchuk, quien mantiene, por su preexistencia, muchas terminales cercanas a la expresidente de la Nación.

Rápidamente, Máximo se enteró del encuentro. Nadie sabe guardar un secreto y llamó a un amigo en común de los "confabulados" para preguntar qué quería hacer este cuarteto, “si juegan por adentro o no”. Al enterarse, Zabaleta le mandó un mensaje tan directo y concreto que nadie sabe si continuará preguntando.

Cristina, Máximo y Massa no son parte del mundo que contempla para su futuro Axel Kicillof, pero el gobernador sabe que los necesita. Por eso, más allá de la tensión con el hijo de su líder política y el socio electoral hasta ahora, "Kici" no hizo nada para emanciparse, algo que esperan muchos intendentes que están agazapados porque saben que no pueden dar el primer paso sin que La Cámpora “reaccione y los acomode”.

¿Cuál sería la reacción? Armados de listas opositoras o, directamente, impedirle participar del espacio “oficial” porque la personería seguirá en manos de la expresidenta de la Nación.

A todos estos grupos, sin embargo, los afecta el escandaloso episodio que involucra a Fernández y su exesposa Fabiola Yañez, videos y chats de por medio que agigantan el morbo. “Vergüenza ajena” dice que le dio a Sujarchuk, que lo que más le reprocha al expresidente es que “mientras todos hacíamos lo imposible para atender la pandemia, él estaba haciendo lo que vimos en su despacho presidencial”.

Esa carga del pasado inmediato parece no intimidarlo a Kicllof, quien en cada oportunidad que puede demuestra que sigue creyendo en que la distancia con Javier Milei le dará sobrevida. Sin embargo, en cada oportunidad demuestra que sigue pensando en las mismas cosas que llevaron a perder al kirchnerismo en 2015 y 2023. Quizás una dosis menos de carga ideológica le podría generar un fortísimo impulso aunque siempre tenga la pared de Cristina, Máximo y Massa, que le imponen otras condiciones al convenio que él desea firmar para su futuro.

La duda sobre lo que hará también corroe la confianza de los que están todos los días combatiendo contra “los pibes”. Jorge Ferraresi, Mario Secco, Julio Alak, y Gabriel Katopodis, entre otros, son los que más esperan algo que nadie sabe cuándo llegará. La emancipación, tal cual hizo Néstor Kirchner con Eduardo Duhalde en 2005 o el propio exgobernador con Carlos Menem una década antes, cuando se corrió de la dupla compuesta por Carlos Menem y Domingo Cavallo.

Zamora, Gray y Zabaleta insisten que no hay destino en un espacio donde todo está atrofiado porque unos y otros se anulan entre sí. Y que el cambio también obliga a salir de “la zona de confort” y “animarse a perder” como el propio Massa le dice a propios y no tanto cuando le preguntan si las próximas elecciones el PRO y La Libertad Avanza se van a presentar juntos en una misma lista. “Yo sabía que en 2017 iba a perder como en la guerra, pero eso me sirvió para tener una representatividad que en el 2019 hizo indispensable mi presencia en el Frente de Todos”.

Esta semana, además de todos los padecimientos que esmerila hasta el extremo la potencia electoral del kirchnerismo, fue el Movimiento Evita el que empezó a padecer el cambio de clima. Atrincherado en Moreno, conducido por Mariel Fernández, todo empezó a descomponerse de manera dramática para ese espacio.

En Escobar, debió renunciar el concejal Marcelo “Bombín” Ibarra, antiguo compañero de vida de Emilio Pérsico cuando éste vivía en San Fernando. Mudado a Maquinista Savio, “Bombín” terminó inmolado por una denuncia a la línea especial abierta para denunciar el manejo espurio de los planes sociales. Su nivel de vida no guardaba relación, lamentablemente para él, con la actividad que desarrollaba.

En Tres de Febrero, la actual funcionaria de Moreno y exconcejal de Tres de Febrero, Liz Díaz, denunció que el intendente Diego Valenzuela enlodó en su denuncia a la agrupación que ella integra y que se quiso meter en un Salón de Usos Múltiples donde guardan mercadería y tienen una actividad social desde hace varios años. La concejal vive a un solo par de cuadras de ahí.

Valenzuela, junto con Patricia Bullrich, el jueves a la mañana había anunciado el desbaratamiento de una banda que azolaba el barrio dedicada a múltiples actividades delictivas, entre las cuales había robos de automotores y distribución de drogas. Y, además, dijo que entre los detenidos había dos militantes del Evita, algo que Díaz y el exdiputado nacional Leo Grosso desmintieron categóricamente.

En tanto, en la Casa Rosada se ufanan de la “buena relación, casi de confianza” que están teniendo con varios jefes comunales provinciales, que alertados de la guerra que tiene Nación con la gestión provincial de Kicillof, empezaron a ir como hormigas en un camino de miguitas hasta Balcarce 50, entre ellos un par de importantes intendentes del Conurbano que aún se dicen amigos de los Kirchner.