Con el tiempo, la Justicia descubrió que Alegre había puesto a su familia entera a vender droga, tal como los capos rosarinos, una estructura de clan consagrada a la transa de cocaína en uno de los distritos de mayor poder adquisitivo de la Argentina.

La Policía Bonaerense determinó el organigrama del clan. Lo integra, por ejemplo, su abuela Norma, que ponía su casilla para que uno de los dealers venda. Estaba su madre Karina y su hermana Milagros, acusados de ser responsables de las operaciones de venta. Un poco más debajo en la línea, sus tías Claudia y Eva Paz. Luego, el elenco usual: adictos usados como satélites y soldaditos para intimidar vecinos y silbar si viene un patrullero.

También, descubrieron el apodo de Alegre, “El Macaco”. Luego, cómo llaman a su familia en La Cava: “La Monada”.

Así, fueron por él y si familia ayer jueves, luego de semanas de vigilancias encubiertas en video y seguimientos en redes, que ilustran esta nota. Los pistoleros de Alegre se mostraban en Instagram a cara tapada, arma en mano, todos juntos como un equipo de fútbol 5. Las chicas de su banda vendían en un pasillo, sentadas en sillas de jardín.

El operativo de la Delegación San Isidro de la Superintendencia de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas de la fuerza provincial, bajo la firma del Juzgado de Garantías N°4 en San Isidro.

Detuvieron a 11 sospechosos junto a Alegre, luego de diez procedimientos. Entre los detenidos están sus tía Claudia y Eva, su hermana Milagros, su primo Yonathan, acusado de vender también, así como dos lugartenientes por fuera de los lazos de sangre.

Se encontró droga: más de un kilo de cocaína, seis kilos de porro prensado y diez armas de fuego, entre ellas un revolver Taurus calibre 38 con un pedido de secuestro por robo firmado por la UFI N°10 de San Isidro casi 25 años atrás, así como una escopeta tumbera y casi mil balas. Luego, seis balanzas de precisión y 17 celulares.

El ascenso de la banda quedó en evidencia con otros dos hallazgos: un silenciador para pistolas y una máquina de contar billetes, objetos que marcan el paso de simples transas de villa a una organización un poco más ambiciosa.