Nada es azaroso en el peronismo y mucho menos en el kirchnerismo, que gobernó durante dos décadas con cuestiones simbólicas más que ningún otro espacio.
“Me invitaron a un montón de entierros de Cristina y la verdad que los que los armaron se tuvieron que guardar las coronas sabés dónde”, dijo un ya experimentado y mucho más risueño cristinista sobre si era necesario volver con la expresidenta, con sus ya conocidos y gastados hits, o intentar una nueva canción.
El dueño de esa frase fue Axel Kicillof, quien el año pasado había reclamado dejar de cantar “una que sepamos todos” para intentar armar nuevos éxitos, más acordes a las nuevas épocas. De ahí en más, todo fue para peor en la relación entre el gobernador y el hijo de los dos presidentes, Máximo Kirchner.
Por eso, casi un año después de aquella primera gran discusión a cielo abierto entre los dos “hijos” de la expresidenta - uno el político y el otro natural - convoca a Armar de Nuevo.
Nada es azaroso en el peronismo y mucho menos en el kirchnerismo, que gobernó durante dos décadas con cuestiones simbólicas más que ningún otro espacio. Y, como se conocen tanto, hasta se terminan aburriendo de anticiparse o quemarse jugadas unos a los otros.
Andrés “El Cuervo” Larroque fue el jefe de La Cámpora bonaerense durante una década y sabe cómo se toma cada decisión en la ahora “vereda de enfrente”. Militó con Máximo desde sus inicios y por eso no lo sorprende que este viernes haya elegido el club Atenas de La Plata, casi un lugar sagrado para Néstor y Cristina Fernández de Kirchner, dos platenses que empezaron ahí su proyecto territorial en la Provincia de Buenos Aires en 2005 cuando desplazaron a Eduardo Duhalde del territorio que el exgobernador tenía “alambrado”, como se decía habitualmente.
“Yo hago ravioles, ella hace ravioles. Yo hago puchero, ella hace puchero”, escenificó China Zorrilla en Esperando la Carroza, hace más de cuarenta años. Describía la histérica relación que tenían las cuñadas de una típica familia argenta, llena re recelos y secretos. Compartían los domingos, los cumpleaños y las vacaciones, pero nadie quería seguir juntándose. Pero debían hacerlo.
Este fin de semana pasó algo así. Axel Kicillof venía diseñando desde hacía varias semanas una actividad en la Quinta Sección Electoral similar a la que había realizado hace algunos meses en Florencio Varela, a la que asistieron varios intendentes no solo de esa región sino de toda la Provincia. El día anterior, Cristina Fernández de Kirchner recibió un diploma honoris causa de manos de la Universidad de Merlo. “Después preguntan por qué quieren auditar a las universidades si terminamos dando diplomas y armando actos con el presupuesto del Estado”, se quejaba un grupo de docentes.
La convocatoria al club Atenas de La Plata, donde pretenden convocar a unas 10.000 personas dentro y fuera del estadio, tendrá un único orador, Máximo, y una inequívoca propuesta: Armar de nuevo.
Los carteles que rodean en municipios como Hurlingham, Lanús o Quilmes las visitas cada vez más esporádicas de Axel Kicillof, ya lo venían advirtiendo. “Nada sin Cristina”. En el entorno del gobernador insisten que él no tiene nada contra ella, pero no ponen el mismo énfasis cuando se le pregunta por su hijo.
“Axel tiene que entender que en el combo está Máximo. Y que quien debe conducir el proceso es Cristina. Si él cree que puede hacerlo, listo, que lo diga claramente, y nosotros hacemos la nuestra”, le dejan en claro cada vez que pueden o se juntas dirigentes de uno y otro bando que, además, comparten áreas vitales de la administración provincial.
“Qué parte no entienden que acá no sobra nadie… ¡Que al pedo que son estos actos, por Dios!” le confesó un muy importante referente (nos cuidaremos de brindar su rol institucional) que irá porque “los pibes pasan lista… Son muy prusianos”, explicó en referencia a La Cámpora.
La preocupación de este innato ganador de elecciones está relacionada con la pelea interna entre Kicillof y el hijo de los dos presidentes. “Lo hicimos presidente del PJ, la madre lo condecora con la conducción de todo un proceso y nunca puede integrar a nadie más que subordinados”, enfatizó aunque, aclaró, estará en el Estadio Atenas hasta donde irán más de una veintena de intendentes, todos presidentes de los partidos justicialistas de cada localidad que se suman a la agrupación que recuerda al presidente puesto y depuesto por Juan Domingo Perón ahora flanqueado por el Movimiento Evita, Nuevo Encuentro y Peronismo Militante.
Quizás lo que el cansado dirigente advierte es que, en ocho meses, ni Kicillof ni Kirchner crecieron ni sumaron más de lo que tenían. “Estamos en la guerra fría, al final sabemos que nadie puede tirar la primera bomba”, sentenció.