Esta semana arribará Rodrigo Valdés, el representante del Fondo Monetario Internacional que lleva el caso argentino. Qué discutirá con el Ministerio de Economía y cómo sigue el acuerdo.
La visita es diplomática. Y tiene características más educativas que económicas. Mucho menos fiscalizadoras. Pero lo cierto es que esta semana se producirá un encuentro clave para definir el futuro de la relación entre el gobierno de Javier Milei y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Estará en Buenos Aires, por primera vez desde que detenta el cargo y con el libertario enfrente, el director Gerente para el Hemisferio Occidental, Rodrigo Valdes. En la estructura burocrática del organismo que conduce Kristalina Georgieva, el chileno depende de la número dos del Fondo, Gita Gopinath.
Es la economista norteamericana de origen indio, quien tiene la llave política para el acuerdo más importante que el Ejecutivo quiere obtener desde el Fondo: unos U$S 5.000 millones de piso de nueva deuda para poder comenzar a soñar con la apertura del cepo cambiario antes de julio. Y así, según el camino pensado por Milei, acelerar la recuperación en la economía real. Es cierto que la decisión dependerá de Gopinath primero, y el Board después. Pero será con una hoja de ruta y recomendación expresa de la repartición de Valdes, sobre la que se trabajará para que el nuevo Facilidades Extendidas sea posible.
De ahí la importancia del contacto directo que el visitante tenga en estas horas con el Ministerio de Economía de Luis "Toto" Caputo y el presidente del Banco Central Santiago Bausilli. Esto, además de lo que suceda en Milei, con el que aún no está programado un encuentro directo.
La era Valdes como responsable del Hemisferio Occidental había comenzado en mayo 2023. Llegó para reemplazar al brasileño Ilan Goldfajn quien se había mudado al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), luego de una tarea con altibajos dentro del FMI, por no haber podido solucionar el siempre complicado caso argentino. Valdes ganó el concurso de postulantes para el cargo al aceptar asumir como propia la tarea de enfrentar las siempre complicadas negociaciones con el principal deudor del globo ante el Fondo, con un gobierno, el de Alberto Fernández, que además culpaba al organismo por todos los males que aquejaban a la economía criolla.